29 de abril de 2006


La posteridad y lo nuclear: nuestra ética hedionda

Wu Ming 1

“Lo que desechamos vuelve para consumirnos”, dice Nick Shay, protagonista de Submundo de Don De Lillo, en el epílogo de la novela. Epílogo de título significativo, “Das Capital”, tal vez para significar que ningún análisis, ninguna teoría ni ningún discurso sobre la producción tiene hoy en día el más mínimo sentido si no tiene en cuenta el Gran Problema: nuestra basura, la mayor montaña del mundo. La mole que aplasta el futuro.

En la última década también cierto pensamiento crítico neomarxista se ha dejado engañar por los espejismos, hablando de la “inmaterialidad” de la producción (y del trabajo) en la economía “postfordista”. Se trata de una teoría fundada por entero en una estratagema: esconder el polvo (es decir, la cuestión ambiental) bajo la alfombra, alimentando “desde la izquierda” la creencia supersticiosa en el “crecimiento” y en una riqueza social ilimitada. Un filón de pensamiento “que se cayó en la marmita de pequeño”, como Obelix: descendiente del obrerismo de la época del boom , crecido en los años 70 de la “expropiación proletaria”, del “derecho al lujo” y del desprecio por la Austeridad , en la década pasada se adhirió a las paredes de la burbuja de la new economy sin poner jamás en duda sus propios mitos fundacionales. Ninguna crítica seria del consumo, ningún análisis de los límites del “desarrollo”. Así, este pensamiento está caracterizado por un auténtico horror por la idea misma de “límite”.

A pesar de este “inmaterialismo”, nunca en la historia de la humanidad se había producido tanta materia (desechos, vertidos, basuras), se habían destruido tantos recursos, se había consumido de forma tan irresponsable. A la basura tradicional, la “obsolescencia programada” de las mercancías de las últimas generaciones ha añadido la llamada e-waste : cada año, miles de millones de toneladas de ordenadores, cd-roms, disquetes, teléfonos móviles, baterías, cargadores, mandos a distancia (productos que se vuelven “obsoletos” en un abrir y cerrar de ojos o cuya reparación se considera imposible o “antieconómica”) terminan en los vertederos y después en las incineradoras, creando una gran nube de dioxinas que nos envenena a nosotros y a todas las especies vivas.

Cuando en televisión se habla la neolengua de la “productividad”, del “reimpulso del consumo” y de las “necesidades energéticas”, bastaría pensar en los desechos para entender de qué se está hablando de verdad.

El planeta no es nuestro; nos lo han prestado nuestros descendientes. Recurriendo precisamente al autor de “Das Capital”: “Ni una sociedad, ni una nación, ni todas las sociedades de una misma época son dueñas de la tierra. Son sólo sus poseedores, sus usufructuarios y tienen el deber de devolvérsela mejorada, como bonis patres familias , a las generaciones siguientes” (“La nacionalización de la tierra”, en Karl Marx, Documentos de la Asociación Internacional de los Trabajadores ).

Al contrario, si no damos marcha atrás en seguida, limitando nuestro consumo y abandonando las producciones contaminantes, seremos malditos por las generaciones venideras.

El mejor ejemplo de esta hipoteca sobre el futuro —y de esta puesta en peligro de la vida de nuestros sucesores— es el problema de los residuos nucleares, la categoría más peligrosa de desechos. Todavía hoy, no sabemos cómo indicar a nuestros descendientes la peligrosidad de estos materiales.

En julio de 2002, el Senado de Estados Unidos autorizó el almacenaje de 77.000 toneladas de basura nuclear en Yucca Mountain, Nevada. La construcción del depósito subterráneo costará cerca de 60 millones de dólares. El tiempo de actividad del plutonio es de alrededor de 25 mil años. Doscientos cincuenta siglos. La ley americana se “contenta” con prescribir el aislamiento hasta el año 12.000 d.C.

La Environmental Protection Agency ( epa : Agencia Federal para la Defensa del Medio Ambiente) se ha preguntado de pronto cómo señalar el peligro a quienes vendrán después de nosotros, y después de nuestros tataranietos, y después de los tataranietos de nuestros tataranietos. Se ha formado una comisión compuesta por arqueólogos lingüistas, futurólogos, matemáticos, artistas e ingenieros, cuyo objetivo es encontrar un material, un lenguaje, un conjunto de pictogramas que sigan estando íntegros y siendo comprensibles tras diez mil años.

Existe un precedente importante, el de la Waste Isolation Pilot Plant, en Carlsbad, Nuevo México. El proyecto ha estado en marcha durante una década, el relleno del depósito se completará en el año 2033. Para señalar el sitio, el Departamento de Energía ( doe ) ha puesto a trabajar a dos comisiones.

No es una tarea baladí: se calcula que en un período entre quinientos y mil años cualquier lengua será incomprensible para los descendientes de quienes las hablaban. Hoy en día, aparte de un puñado de arqueólogos y filólogos, nadie comprende el acadio, difundidísimo hace seis mil años en todo el Asia Menor (era la lengua de mercaderes y comerciantes), y nadie sabe leer la escritura cuneiforme.

También los símbolos y pictogramas se revelan ininteligibles o cambian drásticamente de significado: la esvástica, que hace milenios era el símbolo del sol o de buenos deseos, hoy es un símbolo de muerte, prohibido en muchos países. ¿Qué será en el futuro del trébol, símbolo de la radiactividad creado en 1946? Lo mismo puede decirse de muchos monumentos: el círculo de Stonehenge tiene “sólo” 3.500 años, pero no sabemos qué significa. En lo referente a los mensajes off limits contenidos en las pirámides, está claro que han tenido el efecto contrario, atrayendo a los curiosos. E incluso si nuestros descendientes comprendieran que se trata de una advertencia, no pensarían que sigue siendo válida.

Las dos comisiones del doe han sugerido dos enfoques distintos. El primero está basado en el ejemplo de la piedra Rosetta: un mensaje esculpido sobre granito en diversas lenguas (las oficiales de las Naciones Unidas más el navajo, hablado por los indígenas de Nevada), acompañado de símbolos y diseños (por ejemplo, un rostro asustado). Las objeciones a esta propuesta son muy sensatas: la piedra Rosetta fue traducida, pero por especialistas, no por quienes la encontraron. Además, las piedras de granito situadas en el desierto de Nevada hace cuarenta años para avisar de las pruebas atómicas son hoy invisibles, pues han sido cubiertas por matorrales.

El segundo enfoque consistiría en hacer el lugar lo más amenazador e inhóspito; de ahí la propuesta del arquitecto Michael Brill de crear un “paisaje de espinas”, una milla cuadrada de espinas de basalto negro de quince metros de alto, que salgan del suelo con distintos ángulos. Otros han propuesto ordenar las espinas de acuerdo con un diseño determinado. La objeción es que todo esto sería interpretado como arte monumental y atraería a los curiosos en lugar de repelerlos.

Es difícil que la comisión de la epa encuentre soluciones mejores. Algunos artistas han hecho ya propuestas extrañas (probablemente irónicas). Ashok Sukumaran ha propuesto plantar en la Yucca Mountain cactus transgénicos de color azul cobalto, para crear un contraste estridente que señale que algo no va bien. Los cactus serían programados para reproducirse por los siglos de los siglos. Sin embargo, no sabemos si en el futuro Nevada conocerá o no grandes cambios climáticos; aparte, ese tipo de paisaje podría ser considerado bello en lugar de repelente.

Es imposible señalar con seguridad para la posteridad un sitio peligroso, porque es imposible prever el futuro. En los próximos siglos podría producirse todo tipo de cambios sociales, ambientales, geológicos. Baste un solo ejemplo: en la zona, desde 1982, se han registrado 600 terremotos de una magnitud superior a los 2,5 grados en la escala Richter.

La nuclear, por más que digan sus fans, es una tecnología antiética, típico producto del capitalismo, que aplasta todo en un presente eterno y no se preocupa de lo que sucederá. Y el nuclear es sólo uno de los problemas que estamos creando a las personas de las que somos antecesores.

En la novela Venus en la concha , de Philip J. Farmer, puede encontrarse una opinión interesante: “Algunos extraterrestres sostenían que la causa del mal olor de los terrícolas era su dieta, que, incluso entre los chinos, consistía principalmente en salchichas, patatas fritas, bebidas alcohólicas y cerveza. Pero los octópodos de Algol, que eran tal vez la más filosófica de todas las razas, afirmaban que no era algo causado por la alimentación. La psicología influía a la fisiología. Los terrícolas apestaban porque su ética apestaba”. Es probable que en Algol, para producir energía, los octópodos no recurran a la nuclear.


Traducción del italiano de Hugo Romero

* Wu Ming (“anónimo” en chino) es el nombre de un colectivo de cinco escritores y militantes políticos italianos.

© Wu Ming 1. Se permite la reproducción total o parcial de este texto por cualquier medio siempre que sea sin ánimo de lucro y esta nota se mantenga.


Wu Ming en castellano













Ryszard Kapuscinski - escritor y periodista

"El sentido de la vida es cruzar fronteras"

A menudo, cruzar una frontera resulta peligroso, es algo que puede costar la vida. En Berlín hay un cementerio con la gente que no lo logró.

Hay otras muchas barreras que no son físicas que también es necesario saltar: la de la cultura, la de la familia, la del idioma, la del amor.

Leer Entrevista

23 de abril de 2006


Recuerdos personales de Chernobyl

Por Mauricio Llaver
Especial para el Sentinel - Sur de Florida
4/22/2006


Todo empezó con una excelente idea de mi padre. Un día de enero de 1986, cuando yo estaba en la universidad estudiando periodismo, me dijo que nos íbamos de viaje a Europa del Este, con un recorrido que incluía varias ciudades de la Unión Soviética, la República Democrática Alemana, Checoslovaquia y Hungría.

"Va a ser muy bueno para tu formación", me aseguró, mientras yo no podía salir de mi sorpresa.

Tres meses después, con mis 22 años ávidos de observar todo, un avión de Aeroflot nos llevó desde Buenos Aires hasta Moscú en un vuelo de más 20 horas de duración. Era sólo el principio de la aventura.

Ninguno de los dos imaginábamos que pocos días después íbamos a estar muy cerca de un acontecimiento que estaba conmoviendo al mundo. Mientras el planeta hablaba de la explosión nuclear de Chernobyl, lo más parecido que nosotros habíamos escuchado al respecto era algo sobre unas garrafas de gas que habían explotado en algún lugar de Ucrania.

Fue todo muy demostrativo de cómo se manejaban las cosas por allá.

El 1 de mayo lo pasamos en Moscú observando el desfile del Día del Trabajador. Estábamos sobre la Avenida Gorki, muy cerca de la Plaza Roja, en un lugar previamente asignado a la delegación argentina, cuando se acercó un grupo de italianos a "parlar" con nosotros. Eran comunistas, y uno de ellos lucía una corbata roja con el símbolo de la hoz y el martillo en amarillo.

Muchos integrantes de nuestro grupo eran comunistas y, como era de prever, muy pronto todo comenzó a llenarse de críticas al "imperialismo americano". Hasta que uno de los italianos remató la conversación con un ejemplo de la "desinformación occidental": "Hace unos días han explotado unas garrafas de gas en Ucrania y en Occidente están diciendo que ha sido un accidente nuclear".

Con mi padre lo tomamos como uno de los tantos disparates que escuchábamos en muchas ocasiones. Pero esa noche algo nos encendió una luz de alarma, porque mientras hablábamos por teléfono con Argentina desde el hotel Rossia, me quedé atónito al escuchar a mi hermana decirnos: "Estamos muy preocupados por el accidente nuclear". Después de lo cual, casualmente o no, la llamada se cortó.

Al día siguiente mi padre encaró a la guía soviética y le exigió explicaciones. Y la mujer, que se llamaba Irina, nos confesó que había sucedido un accidente nuclear en una ciudad de Ucrania llamada "Ternopol", pero que todo estaba bajo control. El detalle de la explosión en Ucrania no era menor, porque era uno de los puntos siguientes de nuestro viaje. Más precisamente hacia la capital, Kiev, adonde llegamos después de todas las garantías de que el accidente había sido lejos de allí y de amargas (y probablemente sinceras) quejas de que el imperialismo occidental estaba magnificando todo el episodio.

Pero al bajar del avión nos hicieron control radiactivo con contadores Geiger. Y lo mismo nos sucedió en Leningrado (ahora San Petersburgo) al saber que proveníamos de Kiev. Recién ahí nos enteramos de que el accidente no había sido en ninguna Ternopol sino en Chernobyl, nombre que escuchábamos por primera vez.

Estando allí, no había manera de imaginarnos el impacto que el suceso había tenido en el mundo entero. Sólo al regresar a casa y al leer los periódicos que mi madre nos había guardado tuvimos una dimensión real de lo que había significado aquel accidente nuclear.

La explosión de Chernobyl fue el 26 de abril de 1986, hace ahora 20 años. Y el episodio es uno de los recuerdos más nítidos que me quedó de aquel viaje, lleno de vivencias que, como mi padre me había anticipado, fueron muy importantes para mi formación.

Aquella Unión Soviética ya no existe y la vida de sus habitantes ha cambiado radicalmente, para bien o para mal. Pero tampoco existe la República Democrática Alemana que visitamos a continuación (yo conocí el Muro de Berlín desde el lado oriental, sin graffitis), ni la Checoslovaquia comunista, hoy dividida en la República Checa y en Eslovaquia.

Las imágenes de Marx ya no ondean por las calles de Rusia y en su lugar hay carteles de McDonalds. Los vehículos militares que me impresionaron en la Plaza Roja terminaron en chatarra. Cuando mis hijos escuchan la sigla "PC", ni siquiera sospechan que antes eso significaba "Partido Comunista". Para ellos no hay otra cosa que la "Personal Computer", y a veces me preguntan sobre el comunismo cuando lo estudian en los libros de historia.

En mi colección de periódicos tengo el ejemplar de "Izvestia" de aquellla tarde del 1 de mayo.
Chernobyl. Veinte años de historia mundial y personal. Ha pasado todo tan rápido…

Mauricio Llaver es periodista del diario Los Andes en Mendoza, Argentina.

http://www.sun-sentinel.com/elsentinel/

22 de abril de 2006


Huidizas imágenes fotográficas

Y si huelo a piedra rota o a jugo de
poeta antiguo, sólo porque profundizo...
ese es es mi silencio perfecto
y esa soledad busco.

Y si fijo el poder de la mirada en un ojo
artificial... y si ese ojo fuera el mío...
maldigo el intelecto doméstico...
que practica la cultura del silencio
en pensares y lienzos...
llamándoles suyos...

Las montañas de Inzel

Ellas bajan y suben
raspan cielos ciegos
embozados en
sus propósitos de bosques inconfesables
negras,
por los movimientos del viento
sobre unas nieves
de caducona agua.
Saben su secreto de hielo
de sus puntas blancas entristecidas
que dejan árboles sueltos de sus milicias
harinados del frío de sus montañas
y ellas, como putonas
y pecho de pico
pasean sus calles tan tiesas

Entierro

No moriré el mismo día de la misma fiesta,
lo haré después
aún viajaré mucho sobre naves agrietadas
y velas carcomidas
no moriré el mismo día del mismo funeral
lo haré después, más tarde
cuando no me vean

A alguien

Que la sangre tiemble
con un azul profundo
surcado de rojo
y cielo bajo
que fluya al hablarte
como conmigo mismo
que niego a mentirme.
Aún diluida trufada
de infecciones masivas
y fármacos
en ese interior
donde se replican
las carnes
que me arranquen las muertes
cuando te baile.

Un instante que dolía

Cuando toda sabiduría
hubo de parecer
vana y estéril,
la filosofía
de un fácil hacer,
se exprimió en decadencia,
centelleando los astros
en la densa calma
del espacio,
como un murmullo
contenido,
en un tiempo
sin memoria...

Pero lo que debía ser corto,
se alargaba...,
y por un momento
sólo por un momento
me ví vacía,
llena de nada.

Rosa Mascarell
Escribano 3 - Sep. 2000

20 de abril de 2006

Copiar, robar, mandar

César Rendueles

Publicado originalmente en la revista Archipiélago, nº 55, marzo de 2003

El crecimiento de los beneficios derivados de la propiedad intelectual constituye una de las principales componentes de la reorganización del capitalismo mundial de los últimos veinte años. Ya a principios de los años noventa la propiedad intelectual constituía el 30% de las exportaciones de Estados Unidos. Precisamente una de las principales diferencias de la OMC respecto al GATT fue la inclusión del comercio invisible entre sus áreas de competencia y la aceptación de las normas de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual. En este sentido al menos, es evidente que la industria del copyright guarda una estrecha relación con el gigantesco desarrollo del capitalismo financiero de las últimas décadas. Pero se puede ir más lejos y afirmar que el comercio intelectual comparte con la especulación financiera e inmobiliaria rasgos formales de eso que la tradición marxista ha llamado ``capital ficticio''. En principio, la legitimidad del capital ficticio se basa en las expectativas de que será validado por futuras actividades productivas; por ejemplo, en el campo inmobiliario, su razón de ser sería atender las previsiones de la próxima demanda de vivienda. No obstante, en la economía actual es la fuente de beneficios de rentistas y especuladores que sacan provecho de su poder monopolista pero que, recordémoslo, ``en principio, no son un elemento integral del capitalismo''.1

Es decir, en los mercados financieros, como en las grandes operaciones inmobiliarias o en el comercio invisible existen royalties que no proceden de la producción sino que constituyen una auténtica usura social. Así, en aquellos medios de comunicación de masas en los que el coste marginal de cada nuevo uso tiende a cero y es posible limitar su acceso, las multinacionales pueden cobrarnos por productos virtualmente gratuitos. Esto marca una diferencia considerable respecto a la industria de la copia tradicional donde por mucho que existan asombrosas economías de escala cada nuevo uso implica una nueva mercancía con tiempo de trabajo social incorporado. Es como si los mercaderes del copyright, cumpliendo una añeja fantasía infantil, tuvieran en su oficina la máquina de fabricar dinero.

Así, no es raro que la mayor parte de los debates que hoy día existen en torno a la propiedad intelectual se desarrollen en el nivel de los grupos de consumidores que intuyen que la industria del copyright no respeta las reglas del sistema mercantil. El alza artificial de los precios inmobiliarios por obra y gracia de los especuladores se traduce en el hecho de que las familias españolas dedican ya el 50% de su renta a la vivienda. De modo análogo la especulación cultural genera dinero como por arte de magia en la medida en que la sociedad asume como costes los beneficios de los oligopolistas que o bien incrementan el precio de las mercancías en más de un 300% (CD's) o sencillamente están en condiciones de añadir consumidores sin coste adicional (Internet, televisión vía satélite...); todo ello sin dejar de saquear las inversiones públicas en tecnología, educación, arte o investigación.2En este contexto, la industria lleva más de una década buscando métodos para lograr aprovechar al máximo las potencialidades monopolistas de la propiedad intelectual: técnicamente se han desarrollando distintos métodos que van desde el pay-per-view hasta los mecanismos de codificación; en el plano legal se ha tratado de desfigurar la legislación tradicional sobre propiedad intelectual; en el ámbito ideológico (en abierta contradicción con la estrategia anterior) se ha ensalzado el derecho de autor como pilar de la creación no sólo porque Stephen King despierta más simpatías que Random House, sino porque en el sector cultural los autores constituyen uno de los pilares históricos de la diferenciación del producto, un recurso comercial típico de los sectores oligopolistas. Si se acepta discutir en este plano que propone la industria, el debate parece retornar a los topoi clásicos sobre propiedad intelectual y derecho de autor que, en términos muy generales, se pueden resumir en tres puntos de vista distintos:

  1. Si algo merece el nombre de propiedad es la propiedad intelectual, su legitimidad está fuera de toda duda pues es la creación exclusiva de su autor. Autoría y propiedad intelectual vendrían a ser términos prácticamente sinónimos. Esta tesis suele ir acompañada de la idea (1b) de que la remuneración es el único medio de incentivar la creatividad.

  2. La propiedad intelectual no es como las demás, no sólo por su inalienabilidad sino porque guarda una relación intrínseca con la comunidad que le da sentido. Asociada a esta idea suele estar la de aquellos que mantienen (2b) que es imprescindible encontrar un equilibrio entre el uso público de los productos culturales y su explotación comercial.

  3. La propiedad intelectual es una farsa que se fundamenta en un mito romántico (el autor) al que la sociedad burguesa ha dado estatuto jurídico. Desde esta posición -mantenida por un confuso magma entre surrealista, postestructuralista y situacionista- se tiende a postular el plagio como máximo momento de resistencia al capital en el ámbito de la cultura.3


Para seguir leyendo:
http://sindominio.net/biblioweb/telematica/rendueles.html

19 de abril de 2006


Maite Larrauri - professora de filosofia

"La societat valenciana decep molt"

Es podría resumir així la impressió principal sobre el món que envolta Maite Larrauri, professora de filosofia en un barracó del Cabanyal, on es moren de fred a l´hivern i de calor a l´estiu. "Es una societat rica, però sense tradició cultural, sense àmbit de desenvolupament d´idees, una societat trista i provinciana".

Aquesta és la percepció de l´autora de La guerra segons Simone Weil. Per tant, per a Larrauri els mitjans de comunicació estan en consonància amb la seua societat, i no es tracta d´un problema politic conjuntural, sinó d´un problema social i estructural.

Si li demanem un glop d´esperit positiu, suggereix que ella "inventaria un programa de llibres", com fan en altres llocs. Perquè hi ha una franja de públic que s´hi interessaria i aniria en augment amb el temps. Perà a pesar de la cruesa de la seua visió de la societat valenciana, d´acceptar que hi ha una fractura entre els intel.lectuals i la resta de la societat, de pensar que Canal 9 podria ser una televisió molt més digna, Larrauri opina finalment:"No espere res dels mitjans de comunicació, per tant no desespere".

Diagnòstics de l´antiintel.lectualisme
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Quadern - EL PAIS, 26 de gener de 2006


Por una vivienda digna, ¡¡Pásalo!!

El domingo, 14 de Mayo a las 17:00 , sentada en

* Plaza Ajuntament (Valencia)

Queremos todos una vivienda digna, una vivienda en la que podamos vivir y fundar nuestras familias sin estar destinando más del 50% de nuestro sueldo para pagarla. Si de verdad te importa tu futuro ¿estarás allá sentado con tus colegas?

Esta convocatoria no ha sido convocada por ningún partido político, simplemente es la demostración de como la juventud española puede unirse para conseguir sus propósitos. Por eso se aconseja que no se lleven banderas que representen naciones o partidos políticos.

(Copiad y pegad el mensaje para que no se acumulen las direcciones, o poned las direcciones en CCO, pasadlo por móvil tambien para que llegue al mayor número posible de personas).

POR UNA VIVIENDA DIGNA, DIFUNDE ESTE MENSAJE, ¡¡PASALO!!

También en:

* Puerta del Sol (Madrid)
* Plaza Catalunya (Barcelona)
* Plaza del Castillo (Pamplona)
* Plaza Mayor (Valladolid)
* Plaza Mayor (Salamanca)
* Plaza de España (Mérida)
* Plaza de Maria Pita (A/La Coruña)
* Plaza do Obradoiro (Santiago de Compostela)
* Puerta del Sol (Vigo)
* Plaza Baix (Elx/Elche)
* Plaza Navarra (Huesca)
* Plaza de Zocodover (Toledo)
* Plaza del Ayuntamiento (Collado Villalba -Madrid-)
* Plaza Mayor (Palencia)
* Plaza de las Tendillas (Córdoba)
* Plaza de San Marcelo (León)
* Plaza del Chico (Ávila)
* Plaza del Azoguejo (Segovia)
* Plaza Nueva (Sevilla)
* Plaça de la Independencia (Castellón)
* Fuente de las Batallas (Granada)
* Plaza de San Francisco (Badajoz)
* Plaza de la Constitución (Málaga)
* Plaza del Parchís (Gijón)
* Plaza de España (Aviles)
* Jardines de Alderdi Eder (San Sebastián)
* Plaza del Arriaga (Bilbao)
* Glorieta de España (Murcia)
* Plaza de la Virgen Blanca (Vitoria-Gasteiz)
* Plaza de la Candelaria (Santa Cruz de Tenerife)
* Parque Santa Catalina (Las Palmas de Gran Canaria)