24 de marzo de 2004

11-M

La serenidad de ánimo, la responsabilidad informativa y la claridad analítica son armas esenciales en esa lucha contra el terror global

Manuel Castells - 13/03/2004

Cuando el horror golpea a nuestra gente y a nuestras vidas, aquí y ahora, el lejano fantasma del terror que puebla los titulares cotidianos toma rostro. El de un niño sin rostro, con la mochila aún colgada para ir a esa escuela a la que nunca llegó. Y en esos momentos, cuando la rabia y el dolor laten con fuerza en nuestras sienes, la serenidad y el análisis son más necesarios que nunca. No para olvidar, sino para atacar en su raíz el mal que nos invade y superar sus consecuencias más perniciosas. Porque si la experiencia del 11 de septiembre en Estados Unidos algo nos enseña es que, por destructivo que sea el terrorismo, aún puede serlo más una reacción de la sociedad y de sus instituciones que socave los valores de libertad, de tolerancia y de inteligencia sobre los que se basa nuestra vida en democracia. No se combate a los terroristas entrando en su juego, porque es así como ellos ganan: convirtiéndonos a su violencia. Ese ha sido el debate en Estados Unidos desde el 11 de septiembre del 2001. Y es sobre el miedo de la sociedad que se ha ido asentando la política del miedo que ha conducido al mundo a simas más profundas de autodestrucción. Es esencial confrontar las causas del terrorismo islámico que se cierne como una amenaza para todos, empezando por los propios países musulmanes. Y también es necesario destruir las redes terroristas, mediante la acción policial y de los servicios de inteligencia. Pero la forma en que lo hagamos es tan importante como los resultados que obtengamos. La relativamente tranquila y próspera sociedad en la que vivimos puede entrar en una espiral de amenaza violenta y obsesión de seguridad que emponzoñen nuestra vida cotidiana. Por ello, lo primero es identificar el enemigo.

Todo apunta al hecho de que hemos sido el objetivo del primer gran atentado de las redes terroristas islámicas en Europa occidental. Si esto es así, parece claro que nuestra participación en la guerra de Iraq ha deteriorado nuestra seguridad, en lugar de mejorarla. Pero, por otro lado, también ha hecho evidente que éste no es un problema de Estados Unidos sino una amenaza común para todos. La gran trampa tendida por Bush y sus aliados fue la asimilación de Saddam y Al Qaeda, una de las muchas mentiras con que llevaron a sus países a la guerra. Pero ello no disminuye la importancia de la batalla compartida con el terrorismo islámico. España fue una de las bases de preparación de la masacre de Nueva York, junto con Alemania y otras áreas de Europa. La invasión de Afganistán, por mal que se hiciera, fue un acto de defensa propia de Estados Unidos, a diferencia de la guerra de Iraq, motivada por intereses económicos y geopolíticos, justificada con mentiras y manipulación y realizada al margen de la legalidad internacional. Hay intereses de uno y otro lado que intentan mezclarlo todo: Iraq, Afganistán, Al Qaeda, el islamismo radical y, de paso, el terrorismo de ETA y, si se puede, el nacionalismo. De ese juego de burdas asimilaciones salen tanto la protesta demagógica como la posibilidad de un estado de excepción local y global.

Por eso es particularmente grave la manipulación informativa de la opinión en temas de vida o muerte. No se puede afirmar tajantemente, desde las instituciones, la autoría de ETA, tratando de miserables a quienes lo ponían en duda, para luego reconocer a medias y provisionalmente lo que ya sabían los servicios de inteligencia y la policía. Y, según algunas interpretaciones serias pero no confirmadas, sólo tras las presiones recibidas desde las más altas esferas.

Es sumamente pernicioso el que no se informara de lo que fuentes fidedignas, pero no confirmadas oficialmente, aseveraban desde la noche del 11 al 12 de marzo: la identificación de primero uno y luego dos cadáveres de suicidas en el tren de la muerte, todavía atados a sus mochilas de explosivos. Y no es profesionalmente tolerable que periodistas de distintas tendencias aseguraran, sin evidencia, la autoría de ETA o que, ya durante el día 12, algunos hablaran del “terrorismo de ETA y sus complices”, en una nueva asimilación tan peligrosa como infundada. Y no porque el terrorismo de ETA sea menor: todo terrorismo es abyecto (pero todo, sin excepciones) y no hay diferencia esencial entre una muerte y doscientas muertes, excepto para doscientas familias. Sino, simplemente, porque la ceremonia de la confusión nos impide defendernos adecuadamente contra las diversas fuentes de amenazas que se ciernen sobre nuestra, hasta ahora, relativamente tranquila sociedad. Hacer política con estas cuestiones, como se ha hecho en Estados Unidos y en otros países, es corroer la coexistencia social y deslegitimar la democracia.

La responsabilidad informativa, la claridad analítica, la serenidad de ánimo y la determinación en la defensa de nuestras vidas y nuestra forma de vida son armas esenciales en esa lucha contra el terror global en la que, sin quererlo y sin debatirlo, nos encontramos ahora.

Tomado del periódico EL PAIS - 13 marzo 2004
Carta desde "aquí" (o lo que sea)

de José Andrés Peig

Querido y viejo amigo que estás siempre en mis sueños:

Te escribo al fin desde el otro lado del umbral que separa el mundo de los sueños del de la vigilia cotidiana. Tanto tiempo sin saber de mi imagino te habrá hecho creer que en mi mundo no hay lugar para el recuerdo. Pero he de aclararte que desde dónde ahora me encuentro no solo te veo y te siento con mayor fuerza sino que he descubierto que los recuerdos están hechos de una sustancia hermana de la que ampara y da forma a los más dulces sueños de la vida. Y por eso ahora el tiempo que llevo flotando en este mundo onírico sé que como amigo y como persona eres mucho más real y mucho más imaginario al mismo tiempo. La verdad es que no debería hablar del tiempo tal y como lo percibes en tu mundo real (que no es el mío).

Sobre todo me gustaría encontrar las palabras para poder describirte lo que soy y estoy viviendo en este aquí (en realidad si digo aquí tampoco tiene mucho sentido) y en esta forma de respirar que ahora disfruto. Has de saber que el lenguaje humano no es muy útil para definir el mundo del sueño y todo lo que pueda transmitirte será sólo una débil sombra de mi “aquí” y “ahora”. Me conoces desde muy joven. Sabes de mi actitud en el colegio, en la calle o en el Instituto. Siempre fui tu amigo introvertido y rebelde que, aunque respetando los derechos de los demás, era poco aficionado a cumplir normas o a jugar al juego de seguir la corriente. Ello hacía de mi un niño poco corriente (valga la redundancia) y como consecuencia tuve que quedarme castigado sólo en el aula mientras el resto de niños jugaban en el patio o encerrado en mi habitación viendo caer gotas de alegría que salían de mi imaginación. Mi pobre padre siempre me decía que tuviera los pies en el suelo y, como hijo poco obediente que he sido jamás le hice ningún caso. Tú lo sabes bien. Debido a esto mucha gente me ha reprochado mi vagancia y mi supuesta irresponsabilidad. Lo cierto es que nunca han entendido nada a cerca de mí y me ha tocado sufrir lo mío. NO saben que mi mente, de un modo u otro, no siempre ha estado conectada a la realidad; a esa realidad en la que estás tu ahora. Y me hablaban de exámenes, normas, banalidades y otras tonterías de esas que dice la gente y se queda tan ancha. Mientras, yo empezaba a volar y desde las alturas de mi pensamiento parecían ridículas hormiguitas estúpidas e insignificantes. Ya en aquella época de mi vida tenía fe en mi mundo interior y en sus posibilidades. Percibía que, de algún modo, el mundo interior de los sueños es más auténtico que las cosas que se ven a simple vista. Tras muchos años de duras pruebas y esfuerzos me encuentro en donde siempre he querido vivir. Y ¿cómo lo he conseguido? Pues soñando. Y soñar es mucho más que cerrar los ojos y adormecer la mente. Es algo extraño pero vale la pena. Pero explicarte esto no es el objetivo de mi carta. Solo te diré que para llegar hasta aquí (repito que esto que digo no tiene sentido) he ido volando a través de un y mil universos cada cual más distinto e increíble. Vi luces, sombras, colores y sonidos esparcidos en todas direcciones y en ninguna amarrándose a una especie de melodía sin fin que acariciaba mi alma y me ayudaba a avanzar en semejante odisea. ¿En qué manera sucede esto? Te estarás preguntando. Es alucinante, sí, pero te aseguro que lo he vivido y que las palabras limitan mucho. En realidad fue algo parecido a un viaje al país de Nunca Jamás o al mundo de Oz. Y ¿sabes una cosa?. Estos lugares de fantasía no fueron únicamente el fruto de la imaginación de los autores de estas dos obras literarias. Ellos (aunque no conste en sus biografías, cosa lógica) viajaron igual que yo. Luego escribieron inspirándose en lo que vieron y sintieron en ese mundo de mundos. Sólo que lo adaptaron al mundo real puesto que no podía ser de otra manera. Si algún día logras llegar hasta mi mundo entenderás lo que quiero decir. Como también entenderás que muchas de las más fantásticas y conocidas historias que nos ha ofrecido la literatura o el cine son pequeños fragmentos desgajados de este mundo del sueño, que es el que nos espera tras la muerte.
Una vez más me he desviado de mis intenciones y motivaciones de esta carta porque quiero hablarte de todo lo que he conocido y aprendido.

Para empezar debes ponerte en situación y abrir los canales de tu mente imaginativa. Si quieres llegar a captar siquiera una mínima parte de lo que voy a comunicarte debes revisar tus rígidos esquemas mentales y ponerlos boca bajo. Tómate toda la historia de la humanidad como un encadenamiento sin final de estrepitosos errores acompañados de ridículos intentos por alcanzar el placer o el dominio sobre los demás. Imagina que estás en una terraza de un octavo piso de la quinta avenida de Nueva York y ves pasar a toda la muchedumbre con esa actitud estrafalaria y sonámbula que les caracteriza. Puedes comprobar que, según se les mire son grandes triunfadores del mundo moderno o bien unos miserables, unos auténticos pobres diablos estafados por el mundo y por si mismos. Las normas, los dogmas (ya sean de fe o de tipo social), su supuesta felicidad y posición social son una tomadura de pelo. Ahora aplica esto al conjunto de la humanidad (desde las tribus amazónicas hasta las sociedades más tecnificadas) cógela en tus brazos y ponla del revés, remuévela y verás como desaparece pasando a tomar la forma y el color de una mezcla de imágenes , ideas y sonidos muy difusos. Todo, en el mundo donde estás, es pura confusión. Todo es pura norma y rigidez. Consecuencias: los sentimientos, los ideales, la imaginación... no pueden fluir con el ritmo y la energía que requieren. Porqué sentimientos, ideales e imaginación son puro ritmo y euforia en libertad, son ardientes olas de fuego que transportan más allá de si mismos a todos aquellos que montan en sus crestas. Entonces el mundo (tu mundo real) se rompe y ... aparecen puertas. ¿A que te parece todo muy delirante?. Aquí empieza el juego. Coge el cielo azul, póntelo a la espalda (será tu mochila de excursión) y flota conmigo.

Estamos en el centro menor de un gran universo. Tiene forma de clavel y voz de sirena. Quizá puedes oír como canta. Solo que la voz no va de dentro a fuera sino, en un baile recorriendo una espiral, de fuera hacia dentro. Pero este clavel tiene dueño. Mejor dicho, dueña. Está hundido en los cabellos de la diosa de ojos dorados y patas de nubes. Ella es la que sustenta al mundo de los eternos viajeros del crepúsculo. Es un mundo sembrado de caracoles con olor a verano y luz verderosa. Caminan siempre mirando un cielo rojizo con forma de plátano. El caso es que estas criaturas, que sólo disponen de rostro, ríen y lloran al mismo tiempo. Podríamos seguir viajando por los mundos del sueño y conocer a buenos amigos míos como la mariposa de cristal que soñaba con ser oruga de agua, el gran Rey del país de los Flenípulos, las hojas de otoño que cantaban nanas al viento del este o a las cinco estrellitas del mundo de Ostronópolis. Pero, aunque tengo todo el tiempo en mi cartera, habrá otras ocasiones. Quiero que sepas que aquí está mi mundo y mi gente. Las normas que me gustan están aquí porque no existen y aparecen solo cuando la imaginación y el sentimiento lo necesitan. No hay fronteras ni ideologías. Sin embargo los seres de aquí nunca estamos de acuerdo y nuestro trabajo favorito es ir siempre contra la corriente y contra todos. ¡Verdaderamente es como partirse de risa! No hay guerras ni revoluciones pero guerreamos y revolucionamos compartiendo cada uno, cada país, cada universo su propio pedazo de la verdad. ¿Sabes que sucede entonces? De la unión de tantas ideas y opiniones contrapuestas tiene lugar una explosión (peor que la bomba atómica) pero en forma de carcajada (la carcajada universal) y empiezan a aparecer nuevos mundos de sueño, nuevas criaturas, sonidos, melodías y colores antes inexistentes. Y el gran carrusel de las polémicas sin políticas, de risas compartidas, de criaturas sin forma y eternas charlas de primavera vuelve a rodar y a rodar de este a oeste y de norte a sur. Los nuevos nacidos solo tienen un aprendizaje: ser ellos mismo, crear ellos mismos, ser diferentes y enviar besos a cada instante. Como el miedo no existe nadie duerme en horas de soledad sino que el dormir es común a todos porque todos somos y estamos con todos siempre respetando nuestra diversidad ¡Cuantas cosas más podría contarte! Debes sentir mareo y creerás que esto es absurdo pero existe y es real. Solo hay que aprender a volar, a reírse de uno mismo, a entender que el sistema (ese que tan atrapado os tiene) es la bazofia más hortera y ridícula que creó la historia humana.

Mañana cuando te levantes antes de la salida del Sol, ve y sube a un monte alto y observa como amanece; me verás pintar la aurora con una sonrisa y tejer finos suspiros de esperanza que te dedicaré. Recuerda que solo los peces muertos van a favor de la corriente y que la vida puede ser un cuento de hadas que tu puedes escribir. Si tu vida no es un cuento de hadas es porque otros la están escribiendo por ti. Supongo que algún día volveré, desde el interior de mis sueños. Besos y abrazos de tu amigo soñador.