28 de enero de 2006

POR FAVOR, COPIA Y DIFUNDE

Me lo han enviado por e-mail. Supongo que muchos ya habeis oido hablar de Antonio Brú. Ahora, en todo caso, es momento de evitar que su labor caiga en el olvido. Por si acaso...

Hola. No me gustan demasiado los emails de reenviar.Sin embargo, en
este caso creo que se puede tratar de algo que realmente merezca la pena.

Se trata de un nuevo tratamiento contra el cáncer y puesto que a todos, en primer o segundo grado, nos ha tocado en algún momento de nuestra vida convivir con esta enfermedad, puede merecer la pena perder un par de minutos y arriesgarse a leerlo. Un beso.

Campaña para apoyar la investigación de una nueva terapia contra
el cáncer.
Rogamos que hagáis circular este escrito entre vuestros familiares
y amigos. Gracias.

Hemos iniciado una campaña para apoyar la investigación de un experimento español
dirigido por Antonio Brú (Doctor en Física) de una nueva terapia
contra el cáncer (tumores sólidos). No se trata de una quimioterapia. Es
un medicamento que (según indican las primeras pruebas,aunque todavía no es seguro) potencia el sistema inmunitario del paciente, por lo que a priori no causaría los terribles efectos secundarios de la quimio y la radioterapia. Han presentado estudios "in vitro", in vivo y en 2 casos de pacientes deshauciados, con resultados satisfactorios prácticamente en el 100% de ellos. Sin embargo los oncólogos en general, y por supuesto las multinacionales farmaceúticas, no lo están apoyando. Los primeros parece ser que por no tratarse de un homólogo de profesión. Y los segundos por las astronómicas sumas de dinero que dejarían de ganar si fueran desapareciendo los tratamientos de quimioterapia.

Pero en ningún caso se han presentado críticas realmente científicas a la terapia. Ahora mismo la Agencia Española del Medicamento sólo autoriza el tratamiento a algunos pacientes (no a todos)terminales. El manifiesto que vereis sólo pide a las Autoridades que se potencie la investigación para que se evidencie de una vez si el tratamiento es eficaz o no, y que entre tanto dejen probarlo a todos los pacientes terminales que lo soliciten. Según tengo entendido,se necesitan 500.000 firmas para que pueda prosperar la solicitud siendo presentada al Congreso. Aunque supongo que si no se llega a tantas también las autoridades lo tendrán en consideración. Si decidís apoyar esta causa (que personalmente creo que es buena), pasar e-mail a otros que puedan estar interesados para que también puedan verlo y firmarlo. El link es este: http://www.terapia-cancer.org/recogida-firmas.php

Y todos los que tengais un problema cercano de este tipo y querais información
sobre esta línea de investigación, en la web www.terapia-cancer.org podeis encontrar
muchos links a artículos y críticas sobre la misma.

Gracias por haber leido el mail.


No te quedes como un bobo mirando la pantalla, copia el texto y difúndelo lo más ampliamente posible. Puede que la terapia de Brú no tenga la eficacia que a él y a todos los enfermos les gustaría, pero si no fuera así todos tenemos la responsabilidad de hacer que sus hallazgos sean conocidos y tengan un reconocimiento general. Estas pequeñas acciones pueden salvar vidas o, al menos, reducir el sufrimiento de millones de futuros enfermos. Y tu podrías ser uno de ellos.

20 de enero de 2006

«Los hijos de la tele»

Natxo Monzó

La televisión ya ha lavado el cerebro a una buena parte de los niños que llegan hoy a la escuela; hay que considerar un nuevo hecho: se sientan frente a la tele antes de empezar a hablar; y eso que la mayoría de los padres saben que los tres primeros años de vida de sus hijos son decisivos para la formación de su personalidad: todo lo que los niños vean y sientan, influirá, directamente, en su carácter. Si se acostumbran a ver imágenes agresivas, puede que, en el futuro, consideren los comportamientos violentos como normales.

La familia ya no es la principal transmisora generacional y cultural: la pequeña pantalla se ha adueñado de ese terreno. Quienes hablan sobre «los hijos de la tele» es porque saben que la caja boba está arrebatando el papel educador a los padres; ese menor tiempo que los padres dedican a la transmisión generacional, puede producir el hundimiento del universo simbólico y psíquico del niño.

Desde la infancia, la televisión generaliza la confusión entre lo real y lo imaginario, entre la presencia y la ausencia; algunos se convierten en seres casi liberados de las limitaciones espacio-temporales, otros ya no saben habitar ningún espacio-tiempo.
Los colegios actuales están llenos de «hijos de la tele»; no es de extrañar que muchos profesores se quejen de que los chicos que tienen delante «ya no son alumnos», «ya no escuchan»; lo peor es que, cuando hablan, lo terminan de liar. Yo no quiero generalizar, pero hay que tener en cuenta que una gran cantidad de niños padecen enormes dificultades a la hora de integrarse en una conversación: no se sienten cómodos ante las posturas del que habla o del que escucha.

El modelo educacional presente, que los expertos en pedagogía apoyan, es en realidad el modelo del talk show televisado, en el que cada uno puede, democráticamente, dar su opinión; prefieren la interacción a la reflexión e instrucción. Al profesor que impulsa a los alumnos a la función crítica se le descalifica rápidamente.
Muchos pedagogos encuentran aquí una causa de la violencia en la escuela, ya que los chicos reaccionan frente a la autoridad impuesta por los profesores.

Hace mucho tiempo, los abuelos y algunos padres narraban cuentos a los niños; hoy en día, lo habitual es que el niño vea la televisión, aunque ahora que empezamos a conocer algunas consecuencias, no sólo del contenido sino de la televisión en sí misma como medio, puede que algún día optemos por contarles un cuento.
El rugido de la bestia

Rosario Górriz Fons

A Valencia, posiblemente la ciudad más ruidosa del mundo.

Se ha levantado, como cada día, antes del alba. La ciudad aún duerme y hay un sosiego..., un sosiego presente que espera, con indolencia, el despertar de la gran ciudad.
Camina despacio. Respira con lentitud. No quiere ser la causa directa de un despertar prematuro. Y sale al balcón. Sale y se asoma con cuidado. Cualquier ruido podría ser fatal.
"Temen escuchar la voz de su corazón - pensó al llegar a la ciudad y conocer el rugido de la bestia - por eso arman tanto ruido".

Cuando la ciudad, la gran ciudad, la bestia que ruge despierta, extiende sus tentáculos e invade calles y plazas, parques y jardines, casas y conciencias de un desasosiego creciente, y de un cansancio. Cansancio de voces, bocinas y mil estridencias cotidianas, gratuitas y fatuas que la bestia emite sin cesar.
Pero eso será después. Ahora la bestia aún duerme y él, cauteloso y despierto, muy despierto y cauteloso, se siente a salvo cobijado, aún, en el sosiego momentáneo de lo que queda de noche.

En unos minutos la bestia que siempre ruge despertará..., ya está despertando, ya rasga el silencio. Aquí. Allá. Aquí y allá.
Apoyado en la barandilla del balcón observa la inevitable y sistemática aniquilación a la que está siendo sometida la quietud.
El silencio, espantado, huye lejos, muy lejos, tan lejos que no podrá regresar hasta la noche, cuando por fin la bestia se duerma de nuevo.

Y es en ese mismo instante, aún asomado al balcón y mientras ya añora ese silencio que aún no se ha ido del todo, cuando comprende que estaba equivocado, que el rugido de la bestia no esconde el miedo de la gente a escuchar la voz de su corazón, sino a escucharla y descubrir, así, el vacío en su interior, y que es el rugido incesante de la bestia quien no sólo acalla la mudez de sus emociones, sino que, además, consigue llenar el gran hueco - pozo sin fondo, agujero negro - de sus cabezas.