9 de junio de 2004

Orilla del crimen

por José Luis Mas


I

Estoy con los trabajadores de la Orilla del Crimen.
A todos les gusta la leche - o será que es muy barata -.
Estoy en la Unidad Provincial, aunque sea una dirección insuficiente.
El edificio tiene forma de suela de zapato; ¿no es un detalle gracioso?

Estoy con los trabajadores de la Orilla del Crimen.
El río se llama Construcción, como consta en los Informes de Vida laboral.
Son trabajadores manuales, esos que al discutir sacuden sus genitales.
Pero hay buenas instalaciones, con escaleras de mano para hacer flexiones.

Estoy con los análisis de sangre y no me quito la gorra.
Me ofrecen flores y comida para que certifique negativo.
como a la imagen reclinada en los ataúdes.
No pueden creerse que de mí no depende, que yo sólo extraigo.
Por las tardes me acerco al Construcción y pienso corriente abajo.
No hay cielo más puro y color violín que el de ojos adentro.

Me acerco al Río evitando la propaganda electoral que trae la fiebre de la infraestructura hasta Nuevo Sol.
Parece que los árboles sean obstáculos; como si el aire, de repente, resultase poco apetitoso al pulmón.
Desde el Construcción oigo una motosierra convocando a los futuros electores.
Me imagino el camión de papayas, los manotazos a los niños pesados como insectos.

El Construcción baja flaco y lleno de sombras nerviosas.
Los alevines juegan con mis pies en remojo evitando las grandes bocas de playa adentro.
Pies que parecen felices de escarbar en la arena, entre los relucientes granos de pirita.

¡Qué extraña es la Orilla del Crimen...! Hay un viejo que llora al desearle buenas tardes.
Hay un loco desnudo emboscado en el monte, y otro que pasea el cráneo de su madre como un colgante.
Y ratas: Multitud de ratas que mantienen alto el precio del gato.
Además, pasan la noche bebiendo leche, o algo que parece leche.

En la Unidad Provincial se habla del loco, de la minicentral y de la teuve en color que ha traído el ingeniero.
Me preguntan por qué no me gusta el fútbol casi con lástima; por qué no admiro esos correteos por el rectángulo de pasto.
Prefiero acercarme al Construcción y pensar corriente abajo.
No hay cielo más puro y color violín que el de ojos adentro.


II

Nuevo Sol es capital de la Orilla del Crimen y el único pueblo con urinarios públicos
En el mercado hay cigarrillos Hamilton, el tabaco preferido del ingeniero.
Voy poco al mercado porque me irrita ese lloriqueo musical del wayno.
Además, allí para el viejo de las Buenas Tardes a vender linternas y penicilinas.

¡Qué extraña es la Orilla del Crimen...! Hay un insecto que se lanza al pecho para mirarte a los ojos.
Hay arbustos de "no - me - toques" que se hacen los muertos al contacto humano.
Y rocas negras, tan seductoras como la carne en su primera juventud.
Además, hay un borracho deambulando su <¿qué va a ser?> toda la noche.

<¿Qué va a ser?> Estoy solo en la Orilla del Crimen.
Estoy solo como ese loco desnudo, aunque no echo de menos las fotografías.
Parece que el retratado mire desde un lugar encantado, un estanque donde se ha muerto el Tiempo.
Como si estuviésemos en guerra contra lo que es libre y discurre tranquilamente.
Conforme avanza la presa del Construcción para la minicentral, el mercado se llena de bombillas chinas.

El Construcción baja flaco y muchas piedras calientan su espalda al Sol.
Me llaman Doctor Gringo porque tengo la piel cruda y no coreo el himno en los Pre -mundiales.
Al principio me ofendía ese Doctor Gringo en boca de los niños.
Ahora les regalo plátano para que puedan pescar, aunque la pesca segura es con cría de rata.

En la Unidad Provincial hay fotografías de los Montes Andes, ricos en nevados.
Creo que subir hasta allí arriba es como volar con las piernas.
Dicen que hay una liana para volar más lejos; una liana de los Muertos, más allá de la Luna.
Dicen que no parece leche, sino que parece a .

El Ingeniero tiene caballos y un caimán atado como un perro.
También tiene un avión de la II Guerra Mundial, aterrizado por un japonés fugitivo, pudriéndose en el pasto.
He soñado que lo arranco, a pesar de las avispas; he soñado vientos de colores.
No hay cielo más puro y color violín que el de ojos adentro.


III

Estoy con los trabajadores de la Orilla del Crimen.
Hay pocos indígenas, lo que noto por los apellidos y por la ausencia de ropa interior.
Uno me dijo, al ofrecerle agua embotellada, que no bebía el agua muerta.
Dice que el agua viva corre, que al encerrarla pierde su espíritu.

Los indígenas prefieren, sobre el trabajo, la pesca o la recolecta de gusanos en su época.
Me piden los Informes de Vida Laboral de los trabajadores difuntos para liar su tabaco.
El Ingeniero afirma que muchos tienen pies de simio, refiriéndose a los dedos muy abiertos.

<¿Qué va a ser?> Cuando hay tormenta el Construcción baja hambriento y muerde la tierra.
Al río le cambia la voz; ya no invita , ya no canta.
Todo se esconde excepto la roca negra, que abre su pecho a la lluvia.
Todo es agua, desde la Tierra al Cielo, y uno se siente solo dentro de su piel.

Le preguntaron a un Zancudo: <¿Qué es el hombre?>
< - Grandes y Rojas Escalinatas para recibir Agujeros> - respondió.
Porque un zancudo ve translucir la sangre a través de la piel como una brasa que circulase en la oscuridad.

¡Qué extraña es la Orilla del Crimen...! Hay un pájaro nocturno que grita y que nadie ha podido ver.
Hay puntos exactos que atraen a cogollos enteros de mariposas.
Y una mujer que transita bajo una enorme sombrilla multicolor cuando llueve.
Porque no hay un solo paraguas en todo Nuevo Sol; plástico azul de metro y metro y medio.

Desde arriba, Nuevo Sol es un destello de calamina enrojeciendo el negativo de los ojos.
De más arriba es un puntito gris junto al nervio hinchado del Construcción.
He soñado que el mar se abría como una sábana al romper de cada ola.
Bajo la ropa de cama se revelaba una mujer hecha de leche de luna.

Si Orilla del Crimen es un pastel verde, como dice el Ingeniero, de más arriba su tajada pierde el filo de las cercas.
Vuelo rumbo a la Montaña de Oro, en la Otra Orilla.
No hay cielo más puro y color violín que el de ojos adentro.

Publicado en Escribano 2 (Abril 2000)
HAIKU 2

Por este camino ya nadie pasa
salvo la soledad del crepúsculo

8 de junio de 2004

SE MUERE BUSH Y...

Se muere Einstein y va al cielo. San Pedro le dice:

- Te pareces a Einstein, pero no te haces una idea de lo que es capaz de hacer la gente para colarse en el cielo. ¿Puedes probar quién eres realmente?

Después de ser requerido para identificarse, Albert Einstein piensa por unos segundos y pregunta a San Pedro:
- ¿Me pueden dejar una pizarra y tiza?

San Pedro chasquea los dedos e instantáneamente aparecen pizarra y tiza.
Einstein entonces escribe en la pizarra el desarrollo de su teoría de la relatividad. San Pedro impresionado le dice:
- Tú eres realmente Einstein, bienvenido al cielo.

El siguiente en llegar es Picasso. De nuevo, San Pedro pide identificación y Picasso le dice:
- ¿Le importa que use la pizarra y tiza?

San Pedro acepta y le dice:
- Adelante.

Picasso borra las ecuaciones de Einstein y dibuja un sorprendente mural con un par de trazos de tiza. San Pedro aplaude diciendo:
- Con seguridad tú eres el grandioso artista que dices ser. Vamos entra.

Entonces, San Pedro levanta la mirada y ve a George W. Bush. San Pedro mueve la cabeza dudando y le dice:
- Einstein y Picasso se las arreglaron para demostrar quiénes eran, ¿cómo lo puedes probar tú?

George W. Bush se sorprendió y dijo:
- ¿Quiénes son Einstein y Picasso?

San Pedro dijo:
- Entra George.
HAIKU 1

No ens acollonim!, cridava amb els collons tallats.

Leido en
http://www.arcadi.espasa.com/2004_01.html